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martes, 28 de julio de 2015

La Víbora hocicuda de Gredos (Vipera latastei subsp. abulensis)

Macho de Vipera latastei subsp abulensis. Reserva Natural Garganta de los Infiernos. Tornavacas, 2.150 m.


Descrita en 2005 por Juan Timms y Raúl Doblado, la Víbora hocicuda de Gredos (Vipera latastei subsp.abulensis) se halla distribuida exclusivamente por la sierras de Gredos y Béjar, entre Ávila, Cáceres y Salamanca.

Aparece típicamente en zonas de helechos y vegetación cercana a arroyos y fuentes, donde su camuflaje es más efectivo. Asciende, al menos, hasta los 2.300m. Se diferencia de la subespecie nominal por el número de placas ventrales y por otros detalles menores en la cabeza. Su coloración sigue el modelo de zigzag ondulado, aunque es muy común que en Gredos los bordes de las aristas estén redondeados.


Normalmente, cuando te cruzas con una víbora lo primero que llama la atención es su pequeño tamaño, 50-60 cm en este caso, lo que inmediatamente lleva a la gente a considerarla un juvenil. Después asombra su indolencia, la tranquilidad con la que huye. Hay que fastidiarla mucho para que intente morder. Por último, a mí siempre me ha sorprendido el terror que provoca entre los serranos, un terror que les lleva a matar a todo lo que pueda pasar por una víbora. Siempre hay una fuente en la que no beber porque hay víboras, siempre hay una zona donde no sentarse a almorzar por las víboras, etc. Parecería que las víboras están por todas partes. Algo que, al menos hoy día, está muy lejos de ser verdad.

martes, 14 de julio de 2015

El Chorro de la Meancera. El Gasco, Nuñomoral (Cáceres).



El Chorro de la Meancera desde el "Volcán" del Gasco.

 
Durante años me referí a este chorro como de la Miancera, pero ahora veo que estaba equivocado. Siendo, como soy, un reputado inexperto en chorros, cascadas y otras caídas de agua, lo cierto es que este chorro no sé si dará para el salto de agua más grande de Extremadura como se afirma. En esto creo que la última palabra está en La Vera, pero este es indiscutiblemente bonito.

Tampoco me atrevería a llamarlo salto de agua, porque como bien dice su nombre, es un chorro y aquí el agua no salta, chorrea (imagino que habrá días puntuales con alto caudal que salte). Algo que, por otro lado, es lo más habitual por Extremadura, supongo que por los caudales tan pequeños implicados. Como quiera que sea, este chorro me impresiona por la cuenca tan exigua que tiene, tanto que me parece milagroso el volumen de agua que es capaz de bajar por este cauce y que sea capaz de mantenerlo cuando cesan las lluvias. Probablemente toda la zona estará repleta de grietas en la pizarra, cada una de las cuales acumulará agua, que liberará lentamente.

Esto lo deben conocer las achaparradas encinas que se atreven a enriscarse por estas laderas de pura roca. El conjunto es una imagen típica de la naturaleza hurdana primigenia, de cuando los encinares cubrían estas duras laderas.

martes, 7 de julio de 2015

La Negra de las gargantas (Limenitis reducta)



Un ejemplar un poco gastado ya de Limenitis reducta.



Hace unos días, mientras esperaba en el colegio para recoger las notas de mi hija, me di cuenta que, por edad, podría ser perfectamente el padre de alguno de los padres de los compañeros de mi hija. Lo que, de hecho, me convertía en abuelo. 

Por si no tenía bastante, días después me acerqué a la Garganta de los Infiernos, por la entrada del Reboldo. Una zona que hace tiempo que no frecuento, pues suele estar masificada. Había tantos cambios que, sin querer, empecé a comparar la zona, tal y como está ahora, con los recuerdos que guardo de mis primeras veces por allí.

Entonces todavía no era Reserva Natural, el nombre se usaba menos y sonaba más misterioso. Podías montar la tienda de campaña junto al puente de los Pilones durante una semana sin ver más personas que algún cabrero y algunos nudistas entrados en años. Es más, podías dejar la tienda con todas tus cosas dentro y bajar a Jerte a tomarte unas cervezas con toda la tranquilidad, pues a la vuelta todo estaría en su sitio. Tan sólo los mastines de un cabrero, que guardaba sus cabras donde ahora está el mirador del Chorro de la Virgen, nos daban algún susto al atravesar el robledal por la noche, cuando íbamos de recogida. Aunque el olor a alcohol y el exceso de alegría parecía asustarlos y sólo veíamos los reflejos de sus ojos y sus ladridos a nuestro alrededor, guardando siempre la distancia. Después la zona se hizo famosa y vino el abuso, lo que llevó a la declaración de la Reserva.

Recuerdo aquellas siestas en los Pilones, buscando libélulas y mariposas mientras mis amigos dormían la siesta. De aquella época viene mi debilidad por la Negra de las gargantas o Limenitis reducta, para mi gusto la mariposa más bella de las que vuelan por Extremadura. Tan asociada está a aquella época que siempre que la veo vuelvo a los 80. Es lo que tiene ser abuelo.
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