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miércoles, 11 de febrero de 2015

OJO CON LOS GATOS.

Carbonero común, uno como este me encontré hace unos meses en mi casa, decapitado por el gato del vecino.


Odio los gatos domésticos. Por muy bonitos que sean siempre tengo presente su lado oscuro. Reconozco que esto debe estar muy cerca del trauma de infancia, cuando pude leer la triste historia del Chochín de la Isla Stephen de Nueva Zelanda (Traversia lyalii).

En 1892, mientras se iniciaba la construcción de un faro en la isla Stephen, un operario aficionado a los pájaros vio dos chochines raros en unos matorrales. Era la primera vez que la especie era observada (al menos conscientemente). En febrero de 1894 uno de los fareros introduce en la isla una gata preñada. Ya en junio de ese año un gatito llamado Tibbles comenzó a llevar chochines cazados por él al faro. Con uno de aquellos restos se pudo describir la nueva especie. Al año siguiente ya fue imposible localizar al Chochín, aunque Tibbles todavía cazaría al menos otro más ese año. Existe otro ejemplar capturado posiblemente en 1896, que es la última cita para esta especie. Aunque la fama se la llevó Tibbles parece que sus hermanos le echaron una mano a la hora de extinguir al pobre Chochín, un ave no voladora que parece que estuvo distribuido por las dos islas principales de Nueva Zelanda hasta la llegada de los maoríes con sus gatos.

Nueva Zelanda ha sido posiblemente el primer país en tomarse en serio el tema de los gatos, no en vano han acabado con 6 especies endémicas de aves y otras 70 subespecies muy localizadas. Con 1,5 millones de gatos estimados en su territorio, se sabe por los estudios que un 20 % de ellos son cazadores frecuentes, aunque la mitad de ellos cazan, y que los gatos urbanos cazan principalmente aves. Posiblemente uno de los más peligrosos fue un gato de Mount Ruapehu, que en 2010, en una semana, acabó con 100 murciélagos de una especie muy amenazada.

Los ingleses también han estudiado a fondo sus gatos. Me gusta un viejo trabajo de 1987 en el que se estudiaron 80 gatos caseros bien alimentados de una villa inglesa. Como media esos gatos llevaron 14 presas a casa por año, aunque se estimó que sólo el 50% de las presas cazadas eran llevadas a casa. Es decir, que pese a vivir cómodamente en casa y estar bien alimentados estos gatos cazaban por “deporte” al menos 2,33 presas al mes, entre las que se encontraban pajarillos, ratones, musarañas y lagartos. Uno de los gatos llevó 400 presas en un año.

Como esto parece ser una tradición anglosajona, también los estadounidenses se han preocupado por ver que estaban haciendo sus gatitos en casa. Dada la magnitud del país las cifras asustan, tanto que científicos de la Smithsonian y del Servicio de Pesca y Vida Silvestre consideran al gato la mayor amenaza para la conservación de la Naturaleza (los neozelandeses horrorizados intentaron sin éxito prohibir los gatos). Se estima que los gatos estadounidenses, más abundante que cualquier otro predador silvestre, acaban al año con entre 1.400 y 3.700 millones de aves en USA y entre 6.900 y 21.000 millones de micromamíferos. Más del 70 % de estas muertes eran producidos por gatos asilvestrados. Aunque los gatos podían desplazar a otros depredadores al eliminar las presas, en zonas con predadores salvajes los gatos lo tenían más difícil y como muestra se citan los 20 collares de gato hallados en una madriguera de Coyote.

Allí donde se ha estudiado los datos son siempre sobrecogedores: 600.000 aves marinas muertas al año en la isla subantártica de Marion, 1.200.000 aves marinas muertas al año en la isla Kerguelen en el Índico.

En España también tenemos nuestros propios casos, así se sospecha que el Escribano de Alcover (Emberiza alcoveri) de Tenerife y el Verderón de Trias (Carduelis triasi) de la Palma, ambos endemismos exclusivos no voladores, desaparecieron al poco de llegar a las islas los guanches con sus gatos. Y sin irnos tan lejos, recuerdo que una vez me contaron como el gato de una familia que había rehabilitado como segunda vivienda un molino de agua en la sierra de Guadarrama, si no me falla la memoria, acabó con todos los lagartos verdinegros de la garganta en poco tiempo, pues llevaba uno a casa casi todos los días. Mi vecino tiene una gata, que no contenta con traer a todos los gatos del barrio a mi casa, se permite dejarme algún pajarillo decapitado de regalo de vez en cuando.


Entre tantos estudios también se ha podido confirmar que lo del cascabel en el collar funciona, un cascabel de los de verdad, pues reduce el número de capturas en un 50 %. Pero si te gustan los gatos, déjalos en casa.
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