SEGUIDORES

viernes, 15 de agosto de 2014

EL INCENDIO DE VALCORCHERO (Y SU ENTORNO).

Umbría de Valcorchero desde el camino viejo.

Sé que el energúmeno que lanzó la colilla por la ventanilla de su coche nunca leerá esto, probablemente no haya vuelto a leer nada desde que dejó los estudios. Hay muchas posibilidades de que ni siquiera sea de la zona y tan sólo circulara por la autovía en busca de la playa o a la vuelta de ella, por lo que nunca tendrá noticias de lo que ha hecho. Da igual, seguirá siendo un mal nacido, incluso en su ignorancia.


Si un pirómano hubiese elegido un lugar donde hacer daño no creo que hubiera tenido muchos lugares mejores, ni unas condiciones ambientales más favorables. La zona de Valcorchero-Sierra del Gordo es un lugar que nos permite ver el tránsito de la vegetación mediterránea típica de la Penillanura cacereña, con sus encinares y acebuchales, hasta los bosques de robles rebollos del supramediterráneo del Sistema Central, pasando por los alcornocales y los quejigares, sin olvidarnos de otras formaciones ligadas a condiciones microambientales favorables como los cornetales de cornicabra, los bosquetes colgados de almeces o los rodales de fresnos en vaguadas frescas. Todo ello acompañado de rodalillos de majuelo, piruétanos y abundantes aladiernos. Es un ejemplo de libro, como la típica catena dibujada en un libro de vegetación, tanto es así que hace años los estudiantes de la Universidad de Salamanca solían venir a esta zona a ver esta transición tan “académica”.


Este magnífico fresno con ramas apoyadas en el suelo es uno de mis árboles favoritos de esta zona. Este fue uno de los
límites del incendio, parece que alguíen pudo frenar el fuego aquí, en El Almendral, cerca de la Fuente del Cañito.


El incendio, que inexplicablemente ha pasado de la umbría (Autovía de La Plata) a la solana (Embalse del río Jerte) y ha quemado más de 300 ha, ha afectado justamente a la banda de transición de buena parte de esta vegetación, al punto donde los robles se mezclan con los quejigos y estos con los alcornoques, donde el cornetal era más denso y donde la dehesa de encina da paso al alcornocal de sierra. No lo he comprobado, pero es muy posible que los escasísimos rebollos de Valcorchero, que marcaban el límite inferior del rebollar se hayan visto afectados, al igual que los escasísimos madroños y durillos que sobrevivían enriscados en la cuerda.


Umbría de Valcorchero.

En esta zona de matices muy sutiles todo estaba donde debía estar (con permiso de las vacas que han abusado de esta zona tradicionalmente) y los efectos reales sólo se podrán ver con el paso de los años. El daño al arbolado adulto tardará años en verse en su totalidad pues muchos han quedado tocados internamente, los arbolillos jóvenes han muerto casi todos, algo preocupante pues era el regenerado el mayor problema de la zona. En cuanto al matorral no creo que fuera excesivo, salvo por algunos zarzales gigantes que daban refugio a la aves y a los arboles jóvenes.

Conozco individualmente a muchos árboles de esta zona, a este Quejigo en concreto desde que medía unos 2 m.


En mi corto paseo por la umbría aún humeante me animó un poco escuchar currucas cabecinegras en algunas zonas (en Navalonguilla pueden ser más serios los daños), espero que las labores tras el incendio sean acordes con la singularidad del paraje. Yo me limitaría a excluir de la zona al ganado durante unos años, controlando el pasto y que la Naturaleza intente recomponer de nuevo sus equilibrios.

sábado, 9 de agosto de 2014

Rhaponticum exaltatum (Leuzea rhaponticoides)



Siempre he pensado que los que tenemos el enorme privilegio de pasar el mes de agosto en Extremadura deberíamos hacer como el Topillo de Cabrera: cavar un buen hoyo y enterrarnos hasta el otoño. Pero uno, que a estas alturas del verano tiene ya la pellica bien renegría, no se va a echar atrás por 35 °C de nada (eso es casi para salir con una rebequina).

A poco más de 1000 m en la sierra de Guadalupe, en un lugar clásico por las herborizaciones de Caballero, se encuentra un pequeño matón de robles rebollos rodeado y acosado por los castañares fruteros. Allí sobrevive Rhaponticum exaltatum, exquisito y escaso endemismo ibérico, que en estas fechas reparte sus semillas.


Su futuro está ligado al de este pequeño bosquete, que ya se ha salvado en una ocasión de la transformación. Esperemos que al próximo intento, que seguro que lo habrá, tenga la misma suerte.

sábado, 2 de agosto de 2014

Dionysia afganica

Así es como suelo imaginar mi encuentro con Dionysia afganica.

Uno ya va teniendo edad suficiente como para ir descartando algunas cosas que no podrá hacer en la vida. No es algo que me preocupe, este juego es así. Sin embargo, esto no quita para que siga imaginando, imaginando…

Las Dionysia son la quinta esencia para los aficionados a las plantas de montaña, son preciosas (una mezcla de Primula y Androsace no puede ser fea), raras, viven en países de difícil acceso y son muy difíciles de cultivar. De todas ellas yo me quedo con Dionysia afganica, un bellísimo endemismo de Afganistán, que como todos sabemos es un lugar muy recomendable para unas vacaciones.

El 30 de junio de 1971 Chris Grey Wilson y T.F. Heller, dentro de una expedición de los Reales Jardines Británicos por Irán y Afganistán, se toparon con una bellísima planta en las paredes umbrosas de una garganta caliza a unos 1.500 m en Darrah Zang, provincia de Faryab, cerca de la frontera con Turkmenistán. No volvieron a encontrarla en otro lugar. En 1974 Grey Wilson la describió como Dionysia afganica.

Diez años después de su descubrimiento se volvió a localizar la especie y se debieron recoger algunas estaquillas, pues la planta que Eric Watson cultiva en Newcastle procede de aquel material. Hoy día todas las plantas cultivadas, que no son muchas, proceden de recortes de la planta de Watson. Hace años estuve a punto de comprarle semillas a un alemán que cultiva Dionysia y vende sus semillas, pero al conocer su origen híbrido, como el de casi todas las afganica, me eché para atrás.


Independientemente de las Dionysia Afganistán es famoso por sus lirios endémicos (y por la adormidera, claro) y es que su riqueza botánica deber ser impresionante, pues con lo poco que se ha estudiado las cifras son ya abrumadoras: más de 4.000 especies, de ellas más de 800 endémicas, incluyendo 9 géneros exclusivos de aquel país. Una pena de país. 
Related Posts with Thumbnails