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sábado, 9 de octubre de 2010

JUGAR CON DOS BARAJAS: Primula farinosa

Primula farinosa del Col du Portalet (1600 m)

Primula farinosa es tan pequeñita y tan delicada que parece mentira que tras esa apariencia se oculte un ser casi maquiavélico capaz de lograr sus fines en cualquier situación, algo que sabemos gracias a unos suecos que decidieron dedicar parte de su tiempo al estudio de esta bella planta.
Para una plantita que crece en los prados alpinos más frescos y jugosos la posibilidad de enfrentarse a una vaca, una oveja o un sarrio es ciertamente elevada. Toca decidir el camino a tomar y Primula farinosa mantiene sus cartas ocultas hasta el final. Se trata de una especie polimórfica, con un tipo con escapos largos y por ellos sus flores se elevan sobre la hierba y otro tipo de flores rastreras que se mantienen dentro del herbazal. Ambos tipos conviven en las mismas poblaciones, es la forma de jugar de esta especie, siempre con dos barajas.
Si no pasa ningún herbívoro por la zona las flores altas atraerán polinizadores suficientes para garantizar la producción de semillas. Aunque esto es muy raro que ocurra, en su medio lo normal es que termine presentándose un herbívoro. Así, aunque el pastoreo acabará con alguna Primula y provocará que las semillas producidas sean más vulnerables a los predadores, eliminará competencia y mejorará las condiciones de asimilación de energía para las supervivientes (más sol y más nutrientes para cada una), con lo que la cosecha de semillas de las supervivientes será muy alta y de calidad. Además, en estas circunstancias entrarán en juego las flores rastreras, que ahora sin la cobertura de la hierba serán más visitadas por los polinizadores, siendo también más productivas. Si el pastoreo es excesivo seguramente desaparezcan todas las plantas altas, pero las plantas bajas serán bien polinizadas y producirán muchas semillas, que además corren menos riesgo de ser predadas.
Sin embargo, debe mantenerse un mínimo equilibrio en el sistema, ya que tanto un sobrepastoreo como la falta total del mismo obligan a una producción de semillas basada en una mayor eficacia en la polinización y esto tiene su coste para la planta, que se traducirá en una menor floración al año siguiente. Por otro lado, sin pastoreo continuo la planta de flores bajas terminaría por desaparecer al no poder reproducirse regularmente y se desmoronaría el sistema al perder este recurso de emergencia.

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