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lunes, 6 de septiembre de 2010

ENRIQUE GROS


Eryngium grosii, Limonium grosii, Astragalus grosii, Allium grosii, Pseudoscabiosa grosii, Iberis grosii, Lactuca grosii… y, por supuesto, Antirrhinum grosii. Todas ellas tienen un apellido común familiar para los amantes de la flora ibérica, un apellido que, en realidad, es un tributo a uno de los grandes de la botánica española: Enrique Gros Miquel (1864-1949).

Realmente la vida de Enrique Gros es todo un ejemplo de tesón y superación. Nacido en el seno de una humilde familia de pastores, hasta los 20 años no aprende a leer y a escribir. Decidió probar suerte en todo tipo de trabajos llegando a marchar a Cuba, donde entraría a trabajar como jardinero en un Hospital de La Habana. Sin embargo, las inquietudes de Gros le llevan a estudiar microscopía y macrofotografía pasando a formar parte del equipo de laboratorio del hospital, que por entonces realizaba uno de los primeros estudios con la fiebre amarilla estudiando las picaduras de los mosquitos. Tras esa experiencia Gros regresa a Barcelona, donde se ofrece a diversos laboratorios. Afortunadamente, en esa época establece relación con Pío Font Quer, el botánico español más respetado en los primeros años del siglo XX. De esa relación son fruto diez años de campañas botánicas entre 1919 y 1929 por la Península Ibérica, con más de 14 excursiones por Andalucía y por Marruecos, donde a punto estuvo de perder la vida en una grave caída. Font Quer supo ver las cualidades de Gros y le convirtió en el recolector principal del Museo de Ciencias de Barcelona, confiando plenamente en él hasta el punto de no participar en la mayoría de las expediciones, que tan sólo se limitaba a organizar. Su reputación era tal que otros grandes como Carlos Pau o José Cuatrecasas le contaban entre sus colaboradores más valorados y, como ha quedado reflejado en su correspondencia, cualquier remesa de Enrique Gros era dada por buena y sus etiquetas nunca se ponían en duda por sorprendentes que fueran. Gros se había convertido casi en el Boissier español.

El 2 de agosto de 1924 en la Sierra de Gredos, por encima de los 2.300 m en los Riscos del Morezón, Enrique Gros se topa con un ejemplar de Antirrhinum. No debía ser una especie nueva pues ya habían escrito sobre un Antirrhinum de la sierra Leresche y Levier en 1880. Con todo, allí recolecta el material que serviría para que en 1925 Font Quer describiera la Boca de Dragón de Gredos o Antirrhinum grosii, endemismo exclusivo de las Sierras de Gredos y Béjar.



1 comentario:

  1. Por fin!
    Ya estaba deseando que emepezases a frecuentar estos lares cibernéticos.
    Aún embrionario, tu blog promete. Seguro que somos muchos los que nos enganchamos en cuanto lo pongas en marcha.
    Enhorabuena (por partida doble, ya sabes)
    Un abrazo

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